Seguimos con el proyecto de Garnachas de España para analizar la más joven de todas, una garnacha procedente de viñedos casi abandonados en las estribaciones del Moncayo, a 810 metros de altura sobre suelos pedregosos. Las uvas proceden de cepas con unos 55 años de edad y orientación norte.
Se trata, como no podía ser de otra forma, de un monovarietal de garnacha que ha recibido una crianza de sólo 5 meses en barricas nuevas de roble francés antes de ser embotellado. En esta ocasión abordamos una garnacha joven, fresca y muy frutal. Por su juventud y menor precio se puede llegar a pensar que no cumple con las espectativas pero, lejos de ello, vuelve a conformarse como excelente referencia de los viñedos de la zona, aportando variedad al conjunto del proyecto.
A la vista presenta un color granate con ribete entre rosado y violáceo, poco cubierto y con lágrima densa, gruesa y brillante.
En nariz se muestra fresco, afrutado, entregando notas de lilas y flores blancas que se funden con matices frutales de fresas, cerezas y grosellas. Ligeros recuerdos de hierbas de monte y especias.
En boca posee una entrada potente, con una marcada acidez y gran presencia frutal. Muestra unos taninos dulces y ligeramente secos y nos trae recuerdos de arándanos frescos que se unen a notas de buena madera y bosque en la retronasal. Ligerísimo posgusto de pimienta blanca. Final de medio recorrido y buena persistencia.
Por unos 9€ se puede disfrutar de otro ejemplo de garnacha impecable, elaborada con mimo y con una frescura que la hace ideal para los rigores del verano, sirviéndose un poco más fría de lo habitual en estos vinos. Marida bien con todo tipo de aperitivos, ensaladas, pescados a la plancha y quesos semicurados. Mi calificación para este La Garnacha Salvaje del Moncayo en su añada de 2012 es de un 89 sobre 100.
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