El proyecto de Matsu (que significa "esperar" en japonés), nace en Toro por dos razones fundamentales: la tradición no intervencionista en el desarrollo del viñedo y la existencia de viñedos centenarios prefiloxéricos que componen un auténtico tesoro por explotar en esta tierra.
El vino que hoy os traigo es la expresión máxima de este proyecto, su producto más cuidado, procedente de cepas muy viejas con una producción muy escasa pero de gran calidad y una selección de la uva totalmente manual. El vino, monovarietal de la tempranillo de la zona (tinta de Toro), ha sido fermentado y macerado durante 3 semanas en tanques de hormigón de 10.000 kilos. La fermentación maloláctica así como la crianza han sido realizadas en barricas nuevas de roble francés y la duración de la segunda ha sido de 16 meses.
A la vista presenta un color picota con ribete granate, cobertura media-alta y lágrima densa y fina.
En nariz se muestra intenso, envolvente, memorable. Entrega notas de fresas, frambuesas, arándanos, chocolate, vainilla, violetas y menta con un fondo balsámico.
En boca posee una entrada amplia, potente y golosa. Muestra unos taninos maduros, acidez bien equilibrada, es carnoso y entrega notas de fresas y moras. La retronasal se envuelve de fruta madura, tostados y buena madera para dar paso a un final largo y una gran persistencia.
Un vino sobresaliente que no renuncia a sus orígenes, potente como son los vinos de Toro, con sus 15 grados de alcohol que apenas sobresalen entre tanta fruta de semejante calidad. 24€ para gastar hoy y disfrutar cuando se desee, con la paciencia y sabiduría de que se hace dueña este proyecto con una fuerte vocación biodinámica. Marida muy bien con solomillo de ternera al foie, guisos de cordero, legumbres y quesos curados. Mi calificación para este Matsu "El Viejo" en su añada de 2010 es de un 95 sobre 100.
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