En 1999 se funda en Jumilla la bodega Casa de la Ermita que, con su enólogo Marcial Martínez a la cabeza, trabajan vinos de calidad en una zona en la que hace unas décadas sólo había vinos de mesa. Con la monastrell, típica de la zona, por bandera, trabajan su vino crianza cada año añadiéndo al coupage una selección de variedades de uva que difieren en cada añada, dependiendo de cómo haya resultado la cosecha.
Usando las técnicas más modernas en bodega cada variedad pasa su fermentación y crianza por separado para unirse en un assemblage al final de la misma. En el caso del vino que os traigo hoy, de la añada de 2007, procede de un 60% de uva monastrell y un 40% de petit verdot que han recibido una crianza de 9 meses en barricas de roble francés y americano. El resultado es un vino elegante, sutil, casi "aborgoñado", ideal para múltiples encuentros gastronómicos.
A la vista presenta un color granate con ribete anaranjado, poco cubierto y con lágrima densa y brillante.
En nariz entrega notas de guindas, trufa, cerezas maduras, vainilla y chocolate blanco. Sutil y complejo a la vez.
En boca posee una entrada elegante, equilibrada, presentando una buena acidez y unos taninos maduros. Notas minerales y de fruta madura desembocan en una retronasal cubierta de recuerdos de buena madera y fruta pasificada. Final amplio y buena persistencia.
Por unos 8€ podemos acceder a este riquísimo crianza, no recomendable para aquellos que gustan de vinos con más cuerpo y contundencia, pero que hará las delicias de quién busque un vino más armonioso y fino para sus comidas. Marida muy bien con pescados, mariscos, ensaladas y pates. Mi calificación para este Casa de la Ermita en su añada de 2007 es de un 89 sobre 100.
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