Volvemos a Burdeos, siempre es un placer disfrutar de una buena copa de estos tintos que elevan el alma con su equilibrio, elegancia y buen hacer. Esta vez nos vamos a la zona de Saint Emilion, colindante con otras míticas como el Pomerol. Como todos los vinos de la orilla derecha del río Dordoña cede el protagonismo a la merlot (80%) respecto a la cabernet sauvignon (20%) para ofrecer un producto redondo y cuidado.
No es un vino memorable pero sirve de iniciación a los buenos Burdeos, y se convierte en un agradable compañero de mesa ante todo tipo de propuestas gastronómicas. Sencillo pero bien hecho, con mimo. Ha recibido una crianza de 10 meses en barricas de roble francés y se convierte en otra de las apuestas de nuestro querido amigo Antonio de Oh délice!, lo cual ya es una garantía de calidad.
A la vista presenta un color granate con ribete rubí, poco cubierto y con lágrima densa.
En nariz entrega una buena intensidad. Notas de frutas en compota, cebolla caramelizada, caramelo de feria, tabaco y especias dulces, envuelven matices frutales de arándanos.
En boca posee una entrada amplia, golosa, resulta casi dulzón, con taninos maduros. Entrega notas de pasas, especias y buena madera. En la retronasal aparecen matices de fruta madura y madera húmeda que dan paso a un final de medio recorrido y persistencia media.
Por 17€ se nos ofrece la posibilidad de brindar con cualquier comida de cada día con un vino que muestra frescura y la sutileza propia de los vinos franceses. Marida bien casi con cualquier plato, especialmente pescados a la plancha, quesos poco curados, aves de corral y ensaladas. Mi calificación para este Chateau Bertin Cuvée Prestige en su añada de 2008 es de un 87 sobre 100.
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