"El único modo de hacer un gran trabajo es amar lo que haces. Si no lo has encontrado todavía, sigue buscando. No te acomodes. Como todo lo que es propio del corazón, lo sabrás cuando lo encuentres."
Estas palabras no son mías, sino de Steve Jobs, pero las suscribo a pies juntillas. Cuando amas lo que haces las cosas solo pueden salir bien, y eso es lo que le pasó a Jose María Ruiz, un joven segoviano que a finales de los 70 empezó a gestar la idea de unir su pasión a su trabajo, para, pocos años después, en 1982, abrir un restaurante donde el cochinillo de la tierra y el buen vino se unirían para dar lugar a un comienzo emocionante. Comienzo que derivó en 1987 en la creación de una bodega que exaltara las cualidades de los grandes vinos y pusieran a la Ribera del Duero en el lugar que merecía. Y así fue.
Hoy, Pago de Carraovejas es una de las bodegas más reconocidas y reconocibles de su denominación de origen, y se convierte en garantía de calidad para todo el que se acerque a sus vinos. Gracias a la invitación de mi buen amigo Carlos Lozano he tenido la oportunidad de disfrutar este pasado viernes de una de las joyas de esta bodega, el crianza, aún joven, de la cosecha de 2011. Un vino que se muestra como un identificable Ribera, intenso y rotundo como, en general, lo son todos los vinos de Castilla y León.
El vino ha sido producto de la unión de las tres variedades que se han plantado en estos viñedos en una proporción que le da el protagonismo al tinto fino o tempranillo en un 93%, junto a un 5% de cabernet sauvignon y un 2% de merlot, pasando posteriormente a una crianza de 12 meses en barricas de roble francés y americano nuevas y usadas para después enfrentarse a un natural proceso de clarificado con clara de huevo antes de ser embotellado.
A la vista presenta un color picota muy oscuro con ribete granate, muy cubierto y con lágrima de media densidad muy tintada.
En nariz tiene un comienzo muy frutal, donde se perciben notas a moras y fresas maduras, vainilla y lácteos, muy intenso. Aparecen también de fondo ligeros tonos herbáceos, a bosque y buenas resinas. Complejo.
En boca tiene una entrada potente, muy frutal, de nuevo fresas, moras e incluso frambuesas, acompañadas del frescor que le otorgan unos ácidos bien matizados. Es muy intenso, carnoso y algo tánico, presenta notas a buena madera y especias entregando una retronasal nuevamente con fruta madura y madera. Tiene un final largo y persistente. Es un vino enorme que se muestra en todo momento apasionado y muy disfrutable, amplio y rotundo.
En definitiva, no es un vino barato (unos 25€), pero es algo que olvidarás al encontrarte con uno de esos vinos que te harán volver una y otra vez a él. Por su contundencia y rotundidad aconsejo decantación, en nuestro caso le dimos una hora previa al consumo. Incluso preveo que uno o dos años más en botella no harán otra cosa que redondear aún más un producto que ya es impecable. Muy recomendable para acompañar un buen cochinillo, como le gustaría al propio Jose María Ruiz, y también buenas carnes rojas guisadas o a la parrilla así como quesos curados. Mi calificación para este Pago de Carraovejas Crianza en su añada de 2011 es de un 94 sobre 100.
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