La uva nebbiolo es una de las más difíciles de vinificar, más aún que la pinot noir. Es la variedad representativa del Piamonte italiano y sus vinos, tanto el Barolo como el Barbaresco, son de los más apreciados a nivel internacional.
El vino que hoy analizo es un monovarietal de la uva nebbiolo vinificado en la población de Serralunga D'Alba, a pocos kilómetros de Barolo, en el noroeste de Italia. Estos vinos se caracterizan por una importante carga tánica que solo el tiempo es capaz de suavizar, en cambio el buen trabajo del viticultor Guido Porro (que procede de una familia de viticultores que se encuentra ya en su sexta generación) hace posible que un vino con apenas cinco años sea prácticamente redondo.
Este vino se caracteriza por tener un marcado equilibrio entre concentración y ligereza. Ha recibido la fermentación alcohólica en depósitos de cemento y la maloláctica en acero inoxidable. La posterior crianza ha sido llevada a cabo en grandes y viejos toneles de roble esloveno de más de 1000 litros, durante dos años, recibiendo un año extra de guarda en botella antes de ser comercializado. Las uvas proceden de cepas con más de 50 años de antigüedad, con una orientación sur-suroeste que reciben una intensa insolación, muy adecuada para esta variedad, asentadas en suelos arcilloso-calcáreos.
Se trata pues, de un fiel representante de los grandes Barolo, vinos por norma muy caros, aunque en el caso de este el precio es una virtud añadida (sólo 26€).
A la vista es uno de los vinos más bellos que he tenido la suerte de disfrutar. Presenta un color guinda con ribete anaranjado, poco cubierto y con lágrima densa. Extraordinariamente limpio y brillante.
En nariz se muestra intenso y muy complejo. Hay que darle un tiempo en la copa para que se airee y nos muestre todos sus matices. Entrega notas de ciruelas y especias, caramelo de feria, guindas, trufa y un lejano matiz a alquitrán.
En boca tiene una entrada fresca y potente, ligeramente alcohólica y presenta una perfecta acidez. Tiene una buena estructura con taninos algo secos, con notas de guindas en licor, cuero y buena madera. Cerezas y especias dominan la retronasal. Es un vino de largo recorrido y con un final amplio y gran persistencia.
Un Barolo listo para ser disfrutado hoy, pero al que 4 ó 5 años más en botella no harán sino mejorar su potencial, suavizando los taninos y ampliando su espectro olfativo y gustativo. Ideal para maridar con un jugoso osobuco al horno, carnes rojas a la plancha, caza y aves de corral. También acompaña muy bien unas tostaditas con foie y quesos grasos con buena curación. Un vino equilibrado, elegante y muy especial, recomendado para todo aquel que quiera introducirse en los vinos italianos, y al buen amante del vino en general. Mi calificación para este Guido Porro Vigna Lazzairasco en su añada de 2009 es de un 94 sobre 100.
sábado, 31 de mayo de 2014
viernes, 30 de mayo de 2014
Gallinas & Focas 2011
Gallinas & Focas es un ejemplo único en nuestro país de cómo integrar el trabajo vinícola en un proyecto solidario. La unión de la laureada bodega mallorquina 4Kilos Vinícola con la fundación Amadip Esment, encargada de la integración de personas con discapacidad mental y sus familias, dan lugar a una excelente propuesta gastronómica: la de llevar a la mesa algo más que un simple vino.
El trabajo detrás de este Gallinas & Focas (nombre que surge en una sesión de brainstorming en la que finalmente una de las componentes de la asociación decide que este nombre es ideal porque "las gallinas son divertidas y las focas aplauden") es un ejemplo de esfuerzo y buenas maneras. Como curiosidad decir que los dibujos que ilustran la etiqueta del vino están hechos por miembros de la propia fundación.
El vino es un gran ejemplo de la vinificación de las Islas Baleares, con un 80% de la uva autóctona manto negro y un 20% de syrah con una crianza de 15 meses en barricas nuevas de roble Allier francés de 500 litros para lograr un coupage equilibrado y de gran factura. El precio del vino (entre los 19 y 20€), en este caso, carece de valor ya que al comprar una botella de Gallinas & Focas se está participando en un proyecto solidario.
A la vista, el vino presenta un color cereza muy brillante con ribete rosado, poco cubierto y con lágrima de media densidad.
En nariz se muestra intenso, frutal, con notas a fresas, especias y regaliz rojo. Al airearlo deja un cierto matiz a hierba mojada muy agradable.
En boca posee una entrada envolvente, es un vino redondo, carnoso, con taninos sumamente sedosos, con notas a frutas rojas como el fresón, roble cremoso, especiado y con un ligero matiz a cuero. Especias y buena madera en la retronasal para dar paso a un final largo y de buena persistencia.
Un vino excelente elaborado a través de una viticultura racional y de mínima intervención en la que el enólogo Francesc Grimalt se ha preocupado de trascender más allá de un proyecto solidario, un producto vinícola impecable. Ideal para maridar con carnes rojas a la parrilla, quesos y embutidos, se mostrará como fiel compañero de mesa en diversas ocasiones gastronómicas. De esta misma bodega cabe resaltar su joven 12 Volts y, por supuesto, uno de los vinos más apreciados de nuestro país, el impecable 4 Kilos. Mi calificación para este Gallinas & Focas en su añada de 2011 es de un 91 sobre 100.
El trabajo detrás de este Gallinas & Focas (nombre que surge en una sesión de brainstorming en la que finalmente una de las componentes de la asociación decide que este nombre es ideal porque "las gallinas son divertidas y las focas aplauden") es un ejemplo de esfuerzo y buenas maneras. Como curiosidad decir que los dibujos que ilustran la etiqueta del vino están hechos por miembros de la propia fundación.
El vino es un gran ejemplo de la vinificación de las Islas Baleares, con un 80% de la uva autóctona manto negro y un 20% de syrah con una crianza de 15 meses en barricas nuevas de roble Allier francés de 500 litros para lograr un coupage equilibrado y de gran factura. El precio del vino (entre los 19 y 20€), en este caso, carece de valor ya que al comprar una botella de Gallinas & Focas se está participando en un proyecto solidario.
A la vista, el vino presenta un color cereza muy brillante con ribete rosado, poco cubierto y con lágrima de media densidad.
En nariz se muestra intenso, frutal, con notas a fresas, especias y regaliz rojo. Al airearlo deja un cierto matiz a hierba mojada muy agradable.
En boca posee una entrada envolvente, es un vino redondo, carnoso, con taninos sumamente sedosos, con notas a frutas rojas como el fresón, roble cremoso, especiado y con un ligero matiz a cuero. Especias y buena madera en la retronasal para dar paso a un final largo y de buena persistencia.
Un vino excelente elaborado a través de una viticultura racional y de mínima intervención en la que el enólogo Francesc Grimalt se ha preocupado de trascender más allá de un proyecto solidario, un producto vinícola impecable. Ideal para maridar con carnes rojas a la parrilla, quesos y embutidos, se mostrará como fiel compañero de mesa en diversas ocasiones gastronómicas. De esta misma bodega cabe resaltar su joven 12 Volts y, por supuesto, uno de los vinos más apreciados de nuestro país, el impecable 4 Kilos. Mi calificación para este Gallinas & Focas en su añada de 2011 es de un 91 sobre 100.
jueves, 29 de mayo de 2014
Tierra Rubia 2006
Hace poco me recomendaron en una vinoteca el vino que os presento hoy. Andaba buscando algún monovarietal de syrah, que en España es una variedad que no prolifera demasiado con buenos resultados, suele dar mejores frutos en Francia o Australia, y me encontré con este Tierra Rubia del que lo primero que llama la atención es la botella, cuanto menos, poco ortodoxa.
La siguiente cosa que me llamó la atención fue la denominación de origen del vino en cuestión: Mondéjar. Afincada en la provincia de Guadalajara, se trata de una jovencísima denominación, que data de 1996, y para la que solo producen vinos de calidad dos bodegas. Una de ellas, de la que procede el vino analizado, es Bodegas Mariscal, cuya creación data de 1913, dedicada principalmente a vinos de mesa, hasta que en los últimos años han ido aportando también vinos de calidad.
Este Tierrra Rubia tocó el cielo con las manos al recibir el Bacchus de Oro por su añada de 2004 en la categoría de vino joven en contacto con madera. Una vez probado es algo que no deja de sorprenderme porque, si bien el vino no es malo, dista mucho de ser interesante o lo suficientemente complejo para recibir tan magno premio, siempre teniendo en cuenta que la añada que yo he probado no es la premiada. Además es un vino caro para su calidad (entre 10 y 13€) y nada fácil de encontrar ya que ha tenido una producción de tan solo 3000 botellas.
Se trata, como he dicho, de un monovarietal de syrah procedente de viñedos propios de la bodega (que curiosamente solo planta un 5% de los mismos con esta variedad), que ha tenido un breve paso por barricas de roble antes de pasar a ser embotellado.
A la vista presenta un intenso color granate con ribete rubí, poco cubierto y con lágrima de poca densidad.
En nariz es poco intenso y complejo, con notas frutales a frambuesas y arándanos y un pequeño fondo a madera.
En boca tiene una entrada agradable, con taninos maduros, buena acidez, cierta frutosidad y con un marcado matiz especiado. Vuelve a ser poco intenso, demasiado fácil de beber. La retronasal está dominada por notas especiadas, madera y regaliz. Final algo vacuo y con poca persistencia.
Un vino fácil para los no muy aficionados al vino, marida bien con aperitivos, ensaladas y carnes blancas. Lo cierto es que esperaba mucho más de este syrah, más si cabe teniendo en cuenta que por menos dinero hay propuestas mucho más interesantes en el mercado como por ejemplo el Finca Antigua, también de tierras manchegas. Mi calificación, por tanto, para este Tierra Rubia en su añada de 2006 es de un 85 sobre 100.
La siguiente cosa que me llamó la atención fue la denominación de origen del vino en cuestión: Mondéjar. Afincada en la provincia de Guadalajara, se trata de una jovencísima denominación, que data de 1996, y para la que solo producen vinos de calidad dos bodegas. Una de ellas, de la que procede el vino analizado, es Bodegas Mariscal, cuya creación data de 1913, dedicada principalmente a vinos de mesa, hasta que en los últimos años han ido aportando también vinos de calidad.
Este Tierrra Rubia tocó el cielo con las manos al recibir el Bacchus de Oro por su añada de 2004 en la categoría de vino joven en contacto con madera. Una vez probado es algo que no deja de sorprenderme porque, si bien el vino no es malo, dista mucho de ser interesante o lo suficientemente complejo para recibir tan magno premio, siempre teniendo en cuenta que la añada que yo he probado no es la premiada. Además es un vino caro para su calidad (entre 10 y 13€) y nada fácil de encontrar ya que ha tenido una producción de tan solo 3000 botellas.
Se trata, como he dicho, de un monovarietal de syrah procedente de viñedos propios de la bodega (que curiosamente solo planta un 5% de los mismos con esta variedad), que ha tenido un breve paso por barricas de roble antes de pasar a ser embotellado.
A la vista presenta un intenso color granate con ribete rubí, poco cubierto y con lágrima de poca densidad.
En nariz es poco intenso y complejo, con notas frutales a frambuesas y arándanos y un pequeño fondo a madera.
En boca tiene una entrada agradable, con taninos maduros, buena acidez, cierta frutosidad y con un marcado matiz especiado. Vuelve a ser poco intenso, demasiado fácil de beber. La retronasal está dominada por notas especiadas, madera y regaliz. Final algo vacuo y con poca persistencia.
Un vino fácil para los no muy aficionados al vino, marida bien con aperitivos, ensaladas y carnes blancas. Lo cierto es que esperaba mucho más de este syrah, más si cabe teniendo en cuenta que por menos dinero hay propuestas mucho más interesantes en el mercado como por ejemplo el Finca Antigua, también de tierras manchegas. Mi calificación, por tanto, para este Tierra Rubia en su añada de 2006 es de un 85 sobre 100.
miércoles, 28 de mayo de 2014
Construcción de los artículos del blog (documentación, notas de cata, calificaciones...)
Con esta entrada quiero dejar claro mi modus operandi a la hora de gestionar un artículo de cualquiera de los vinos que analizo en el blog. Lejos de entradas mediatizadas o puntuaciones que atiendan a intereses comerciales, todos mis artículos surgen de mi propia experiencia con cada uno de los vinos, de manera honesta, reposada y absolutamente subjetiva.
Para documentar los datos que aporto sobre las bodegas, procesos de vinificación o variedades de uva utilizadas, entre otras cosas, recurro a las páginas web de las propias bodegas, en caso de que no las conozca de primera mano, o acudiendo a expertos contrastados. En caso de que surja cualquier tipo de duda con algún dato me pongo en contacto directo con las bodegas y, si se trata de vinos no españoles, con sus distribuidores.
Las imágenes están sacadas de internet y editadas por mí con Adobe Photoshop CS5. En caso de no encontrar imágenes adecuadas, hago todas las necesarias con mi propio equipo fotográfico y las vuelvo a retocar con el programa de edición antes mencionado, buscando elegancia y unidad estética para el blog.
Las notas de cata son EXCLUSIVAMENTE MÍAS. No utilizo ni guía ni apoyo en ningún lugar por lo que son producto de mi única y limitada experiencia. El vino, como cualquier otra cosa, es un mundo muy amplio y complejo y solo a base de experiencia mi vocabulario sensorial va creciendo, poco a poco, y voy aprendiendo a percibir olores y sabores que antes se escapaban a mi "radar". Las notas de cata de los vinos que analizo en el blog proceden de botellas que he probado en mi casa o en casas de amigos y familiares con una buena comida, reposadamente. Estas catas las hago casi en la totalidad de las ocasiones en copas bordelesas de la prestigiosa firma Schott Zwiesel cuyo vidrio es de excelente calidad y su diseño ayuda notablemente a apreciar los matices de cada vino. Nunca proceden de catas puras en otros lugares ya que en esos casos hay mil factores que pueden influir en la sensación final y la experiencia narrada puede ser poco fiable. Es decir, acudo habitualmente a catas, algunas de ellas en las que se analizan decenas de vinos, probando solo un poquito de cada uno, este tipo de catas me vienen muy bien para elegir o descartar futuras compras pero nunca para analizar un vino en el blog, ya que para eso necesito mucha mayor entrega al producto.
La forma que tengo de hacer la cata es la siguiente: antes de empezar a comer analizo el vino en todas sus fases, visual, olfativa y gustativa. Lo hago reposadamente y varias veces para captar todos los matices. Una vez tengo las notas de cata empiezo a comer y únicamente tras la experiencia completa doy mi calificación final. A veces incluso espero con el vino en la copa varias horas después de la comida para ver la evolución del mismo.
Para terminar, el tema de las calificaciones. Lo primero decir que JAMÁS deben ser tomadas como una verdad absoluta. Es, exclusivamente, MI VERDAD. El gusto de cada uno, el momento de tomar el vino, el maridaje, el estado de ánimo, el cuidado en la guarda de la botella y mil y un factores más condicionan la sensación final que percibimos de un vino, por lo cual, esta solo puede ser algo subjetivo. Se puede asumir como algo orientativo, más si coincidís con mis gustos, cada uno tenemos nuestras filias y fobias y cuanto más me leáis, más conoceréis las mías y podréis analizar si se ajustan o no a las vuestras. En cualquier caso, mi baremo de calificaciones se rige de la siguiente manera:
- 80 o inferior: vinos con defectos muy marcados, poco interesantes o recomendables, hay opciones mucho mejores en el mercado por ese precio.
- De 81 a 84: vinos reguleros, con defectos lo suficientemente apreciables como para no resultar la mejor opción de compra.
- De 85 a 87: vinos buenos a los que algunos pequeños matices les han impedido llegar más alto. Pueden ser recomendables cuidando siempre la mejor combinación.
- De 88 a 90: vinos notables, interesantes, aunque les falta algo más para llegar a ser memorables. A buen precio serán una excelente opción.
- De 91 a 95: vinos impecables, excelentes. Cuanto mayor sea la nota en este margen de puntuación, más complejo y memorable será el vino. Con 94 ó 95 estaría rozando la perfección.
- De 96 a 100: vinos espectaculares, memorables, únicos, experiencias inolvidables. Muy pocos vinos alcanzarán este nivel. Tampoco es necesario llegar a ello para disfrutar de grandes vinos, tened en cuenta que es muy probable que los que entren en este margen de puntuación serán muy exclusivos y caros, por lo que la relación calidad-precio puede caer en picado. Si veis un vino de menos de 30€ en este baremo lanzaros a por él como alma que lleva el diablo.
Espero, en definitiva, que esta pequeña entrada sirva a todos los que pasáis por estas páginas para entender mejor mi manera de analizar los vinos y así podáis sacar mayor partido a los contenidos del blog.
martes, 27 de mayo de 2014
Viña Alberdi Crianza 2007
Se trata de un monovarietal de tempranillo que ha pasado por una crianza de 24 meses en barricas de fabricación propia de roble americano, nuevas las del primer año y usadas en el segundo año de crianza. Es curioso y poco común el hecho de que las barricas sean fabricadas en la propia bodega con maestros artesanos de la madera que utilizan técnicas clásicas, en este caso con maderas de roble americano que han tenido un proceso de secado de dos años en la bodega.
No deja de asombrarme la calidad y elegancia en todos los productos de esta bodega, desde la botella, cápsula, corcho, hasta el mimo y calidad que emanan de sus vinos, auténticos clásicos por derecho de esta magnífica región vinícola. Entre los 11 y los 12€ podéis disfrutar de un vino impecable para cualquier ocasión.
A la vista presenta un sorprendente (para un crianza) color teja, con ribete anaranjado, media cobertura y lágrima de media densidad muy brillante.
En nariz nos trae aromas frutales muy intensos, a cerezas y guindas, notas de chocolate y roble cremoso.
En boca tiene una entrada fresca y jovial, con ácidos muy equilibrados, frutal, de nuevo aparecen las guindas y cerezas, mostrando unos taninos maduros, sedosos, con la madera bien ensamblada y algo especiado. Ese roble cremoso y las especias se hacen dueños de la retronasal ofreciendo un buen final de persistencia media. Muy elegante.
Un joven clásico de La Rioja, que dará muy felices momentos en todo tipo de encuentros gastronómicos, desde arroces, aperitivos o ensaladas a guisos de carne y pescados frescos a la plancha. Un imprescindible en nuestra vinoteca que además sirve de iniciación a los vinos de esta impecable bodega. Pasar a degustar, tras este buen comienzo, un Viña Ardanza o un Gran Reserva 904, serán consecuencia inevitable de tan buen hacer en esto del vino. Mi calificación para este Viña Alberdi en su añada de 2007 es de un 92 sobre 100.
sábado, 24 de mayo de 2014
Victorino 2011
El vino de hoy es un vino muy especial. Lo primero de todo porque me ha servido para celebrar el que hubiera sido el cumpleaños número cien de mi abuelo, Pablo Nevado. Curiosamente este vino está vinificado por la familia Eguren y es un tributo de ellos a su propio abuelo. Y como todo lo que sentimos por nuestros abuelos, es un vino hecho desde el amor, con delicadeza, con entrega y profundo respeto a nuestras raíces.
Los Eguren se trasladan a Toro para crear el proyecto Numanthia que en 2004 eleva su Termanthia a los 100 míticos puntos Parker. Más tarde venden esta bodega al elitista grupo Louis Vuitton- Möet Hennessy y proyectan una nueva que se acabaría convirtiendo en realidad en 2007 con el nombre de Teso la Monja. A partir de ahí el enólogo de la familia, Marcos Eguren, empieza a trabajar la tinta de Toro (tempranillo) para sacarle su máxima expresión.
El vino, por tanto, es un monovarietal de tempranillo procedente de uvas bajo una rigurosa selección a mano, nacidas de cepas con una antigüedad superior a los 45 años. Ha recibido una crianza en barricas nuevas de roble francés de 18 meses con trasiegos cada cuatro. Es absolutamente increíble probar un vino con menos de tres años de edad que presente semejante complejidad, armonía y equilibrio. De lo mejor que he probado jamás. Eso sí, seguramente mejorará en botella durante años, ahora, como mínimo, hay que exigir una decantación de dos horas previas al consumo.
A la vista presenta un color picota muy oscuro con ribete violáceo, muy cubierto, con lágrima densa y bien tintada.
En nariz es intenso, perfumado, con notas de frutos negros, moras y arándanos, mineral y con leves recuerdos a chocolate con leche.
En boca es demoledor: redondo con taninos maduros, fruta madura intensa, ácidos potentes y equilibrados, matices avainillados, roble cremoso, complejo, mostrando una armonía y equilibrio extremos.En la retronasal domina la cremosidad del roble y unos matices balsámicos que envuelven el paladar. Final muy largo y con gran persistencia.
Un vino único que solo pueden hacer personas que miman sus viñedos, su fruta, que tienen oficio y VERDAD, que tienen unas raíces tan fuertes como sus cepas, como las de su abuelo y las del mío.
Vino ideal por su cuerpo y carácter para maridar con guisos potentes, caldereta de cordero, carnes a la brasa y quesos bien curados. Muy recomendable también, en esta misma línea de precio (en torno a los 35€), otra joya de Toro, Numanthia 2010, actualmente vinificado por el prestigioso enólogo portugués Manuel Louzada. Mi calificación para este Victorino en su añada de 2011 es de un 96 sobre 100.
Los Eguren se trasladan a Toro para crear el proyecto Numanthia que en 2004 eleva su Termanthia a los 100 míticos puntos Parker. Más tarde venden esta bodega al elitista grupo Louis Vuitton- Möet Hennessy y proyectan una nueva que se acabaría convirtiendo en realidad en 2007 con el nombre de Teso la Monja. A partir de ahí el enólogo de la familia, Marcos Eguren, empieza a trabajar la tinta de Toro (tempranillo) para sacarle su máxima expresión.
El vino, por tanto, es un monovarietal de tempranillo procedente de uvas bajo una rigurosa selección a mano, nacidas de cepas con una antigüedad superior a los 45 años. Ha recibido una crianza en barricas nuevas de roble francés de 18 meses con trasiegos cada cuatro. Es absolutamente increíble probar un vino con menos de tres años de edad que presente semejante complejidad, armonía y equilibrio. De lo mejor que he probado jamás. Eso sí, seguramente mejorará en botella durante años, ahora, como mínimo, hay que exigir una decantación de dos horas previas al consumo.
A la vista presenta un color picota muy oscuro con ribete violáceo, muy cubierto, con lágrima densa y bien tintada.
En nariz es intenso, perfumado, con notas de frutos negros, moras y arándanos, mineral y con leves recuerdos a chocolate con leche.
En boca es demoledor: redondo con taninos maduros, fruta madura intensa, ácidos potentes y equilibrados, matices avainillados, roble cremoso, complejo, mostrando una armonía y equilibrio extremos.En la retronasal domina la cremosidad del roble y unos matices balsámicos que envuelven el paladar. Final muy largo y con gran persistencia.
Un vino único que solo pueden hacer personas que miman sus viñedos, su fruta, que tienen oficio y VERDAD, que tienen unas raíces tan fuertes como sus cepas, como las de su abuelo y las del mío.
Vino ideal por su cuerpo y carácter para maridar con guisos potentes, caldereta de cordero, carnes a la brasa y quesos bien curados. Muy recomendable también, en esta misma línea de precio (en torno a los 35€), otra joya de Toro, Numanthia 2010, actualmente vinificado por el prestigioso enólogo portugués Manuel Louzada. Mi calificación para este Victorino en su añada de 2011 es de un 96 sobre 100.
viernes, 23 de mayo de 2014
Pittacum 2008
Tenía muchas ganas de traeros a estas páginas un buen vino del Bierzo. Esta denominación de origen, con su uva mencía por bandera, se ha convertido en una de mis favoritas y probablemente se distingue como la región con más proyección futura de todas las que hay en España. Sus vinos son sumamente elegantes y con el carácter típico de los vinos de Castilla y León, quizás la comunidad autónoma con mayor riqueza vinícola del mundo.
Y un buen referente de este tipo de vinos nos lo ofrece la bodega Pittacum, que basa su labor en el trabajo con frutos procedentes de cepas viejas de entre 50 y 80 años, algunas procedentes de su plantación propia de 5 hectáreas y otras seleccionada de diferentes viñedos de la región de El Bierzo.
Pittacum 2008 es un monovarietal de uva mencía que ha tenido una crianza de 8 meses en barrica con sus propias lías, para pasar a ser clarificado con clara de huevo y posteriormente embotellado. Otro de los valores añadidos de la zona es la excelente relación calidad-precio de sus vinos, en el caso del que hoy analizo se mueve entre los 8 y 9€.
A la vista presenta un color granate con ribete rubí, media cobertura y lágrima de densidad media. Limpio y brillante.
En nariz se muestra intenso y frutal, envolvente, destacan recuerdos a moras y arándanos presentando una marcada mineralidad. De fondo entrega también pequeños matices vegetales de bosque y notas a cacao.
En boca tiene una entrada amable y sumamente elegante, con unos taninos bien estructurados y ligeramente aterciopelados, con fruta madura y madera bien ensamblada dándose la mano, también en la retronasal. Fácil de beber, armonioso y equilibrado, muestra un final de medio recorrido y una persistencia media.
Para ser un vino del Bierzo le falta algo de carácter y potencia en boca pero a cambio ofrece un vino muy elegante y fácil de beber, ideal como fondo de vinoteca prestándose para maridar con cremas frías, ensaladas, aperitivos, pescados blancos a la plancha y carnes blancas. En esta región destacan también otros vinos que acabarán pasando por estas páginas como el Losada o el Cuatro Pasos, que entregan una mencía con mayor carácter. Mi calificación para este Pittacum en su añada de 2008 es de un 89 sobre 100.
Y un buen referente de este tipo de vinos nos lo ofrece la bodega Pittacum, que basa su labor en el trabajo con frutos procedentes de cepas viejas de entre 50 y 80 años, algunas procedentes de su plantación propia de 5 hectáreas y otras seleccionada de diferentes viñedos de la región de El Bierzo.
Pittacum 2008 es un monovarietal de uva mencía que ha tenido una crianza de 8 meses en barrica con sus propias lías, para pasar a ser clarificado con clara de huevo y posteriormente embotellado. Otro de los valores añadidos de la zona es la excelente relación calidad-precio de sus vinos, en el caso del que hoy analizo se mueve entre los 8 y 9€.
A la vista presenta un color granate con ribete rubí, media cobertura y lágrima de densidad media. Limpio y brillante.
En nariz se muestra intenso y frutal, envolvente, destacan recuerdos a moras y arándanos presentando una marcada mineralidad. De fondo entrega también pequeños matices vegetales de bosque y notas a cacao.
En boca tiene una entrada amable y sumamente elegante, con unos taninos bien estructurados y ligeramente aterciopelados, con fruta madura y madera bien ensamblada dándose la mano, también en la retronasal. Fácil de beber, armonioso y equilibrado, muestra un final de medio recorrido y una persistencia media.
Para ser un vino del Bierzo le falta algo de carácter y potencia en boca pero a cambio ofrece un vino muy elegante y fácil de beber, ideal como fondo de vinoteca prestándose para maridar con cremas frías, ensaladas, aperitivos, pescados blancos a la plancha y carnes blancas. En esta región destacan también otros vinos que acabarán pasando por estas páginas como el Losada o el Cuatro Pasos, que entregan una mencía con mayor carácter. Mi calificación para este Pittacum en su añada de 2008 es de un 89 sobre 100.
miércoles, 21 de mayo de 2014
Castillo de Perelada 5 Fincas Reserva 2005
Una de las acepciones que ofrece el diccionario de la R.A.E. para la palabra armonía versa lo siguiente: "Conveniente proporción y correspondencia de unas cosas con otras". La región del Empordà o Ampurdán se caracteriza por una enorme variedad de suelos, de espacios geológicos minerales tan diferentes y diversos que la hacen una denominación única en la vinificación española. Se trata de la esquina noreste de la península, en plena provincia de Gerona, y ofrece unos vinos maravillosamente característicos, como todos los que se crean en Cataluña.
La reconocida bodega Castillo de Perelada hace oficio y virtud de esta diversidad para entregarnos una de sus mejores creaciones: Castillo de Perelada 5 Fincas. Este vino nace con la intención de crear una armonía perfecta entre diferentes variedades de uva procedentes de cinco fincas diferentes en cuanto a suelos y clima que aportan una complejidad sorprendente en un vino que se mantiene en la barrera de los 10€.
En la añada de 2005 las uvas empleadas fueron merlot en un 40%, garnacha en un 20%, 15% cabernet sauvignon, 15% syrah, 5% tempranillo y 5% cabernet franc. Parece increíble cómo un coupage de 6 uvas procedentes de 5 fincas diferentes, con suelos absolutamente distintos, han podido crear un vino tan equilibrado y disfrutable.
A esa complejidad varietal se le añadió una crianza en barricas de roble, mitad francés Allier y mitad americano de tipo fino durante 19 meses para redondear un producto único.
A la vista presenta un color granate con ribete ligeramente anaranjado, media cobertura y lágrima de media densidad, muy transparente.
En nariz presenta una intensidad media, con protagonismo evidente para la fruta madura, tonos florales, dulce de leche, matices avainillados y una ligera nota a coco.
En boca tiene una entrada fresca, mineral, muy armoniosa, con ácidos muy evidentes y equilibrados, gran profundidad y complejidad para un vino de su gama de precio. Afrutado con taninos maduros, presenta un final largo con persistencia media.
Un vino impecable, sorprendente que en su línea de precio haya algo tan complejo y bien hecho, fácil de beber y con un sentido del equilibrio único. Se puede maridar casi con cualquier cosa, con prioridad para las carnes, quesos y foie. Un vino absolutamente necesario en cualquier vinoteca que se precie.
Solo un apunte: la añada analizada es la de 2005, cada año se hace este vino con un coupage diferente manteniendo el criterio del enólogo. Ahora mismo está a la venta la añada de 2010, a la cual le recomiendo algo de reposo en botella. Este vino, como buen reserva, a partir de los ocho años entrega todo su potencial. Dicho esto, mi calificación para este Castillo de Perelada 5 Fincas Reserva en su añada de 2005 es de un 93 sobre 100.
La reconocida bodega Castillo de Perelada hace oficio y virtud de esta diversidad para entregarnos una de sus mejores creaciones: Castillo de Perelada 5 Fincas. Este vino nace con la intención de crear una armonía perfecta entre diferentes variedades de uva procedentes de cinco fincas diferentes en cuanto a suelos y clima que aportan una complejidad sorprendente en un vino que se mantiene en la barrera de los 10€.
En la añada de 2005 las uvas empleadas fueron merlot en un 40%, garnacha en un 20%, 15% cabernet sauvignon, 15% syrah, 5% tempranillo y 5% cabernet franc. Parece increíble cómo un coupage de 6 uvas procedentes de 5 fincas diferentes, con suelos absolutamente distintos, han podido crear un vino tan equilibrado y disfrutable.
A esa complejidad varietal se le añadió una crianza en barricas de roble, mitad francés Allier y mitad americano de tipo fino durante 19 meses para redondear un producto único.
A la vista presenta un color granate con ribete ligeramente anaranjado, media cobertura y lágrima de media densidad, muy transparente.
En nariz presenta una intensidad media, con protagonismo evidente para la fruta madura, tonos florales, dulce de leche, matices avainillados y una ligera nota a coco.
En boca tiene una entrada fresca, mineral, muy armoniosa, con ácidos muy evidentes y equilibrados, gran profundidad y complejidad para un vino de su gama de precio. Afrutado con taninos maduros, presenta un final largo con persistencia media.
Un vino impecable, sorprendente que en su línea de precio haya algo tan complejo y bien hecho, fácil de beber y con un sentido del equilibrio único. Se puede maridar casi con cualquier cosa, con prioridad para las carnes, quesos y foie. Un vino absolutamente necesario en cualquier vinoteca que se precie.
Solo un apunte: la añada analizada es la de 2005, cada año se hace este vino con un coupage diferente manteniendo el criterio del enólogo. Ahora mismo está a la venta la añada de 2010, a la cual le recomiendo algo de reposo en botella. Este vino, como buen reserva, a partir de los ocho años entrega todo su potencial. Dicho esto, mi calificación para este Castillo de Perelada 5 Fincas Reserva en su añada de 2005 es de un 93 sobre 100.
martes, 20 de mayo de 2014
Les Cousins Sagesse 2007
Nacidos en el seno de una familia con profundas raíces vitivinícolas (Mas Martinet y Cims de Porrera), los jóvenes Marc y Adrià Pérez llevaban años gestando la idea de crear un proyecto conjunto con viñedos de su tierra. Desde pequeños habían hecho trabajos en las bodegas familiares y más tarde ampliaron su formación en Francia, en las regiones de Burdeos y Ródano. En 2007 se ponen manos a la obra, compran 12500 kg de uva de la privilegiada zona de Porrera y crean este magnífico Sagesse ("Sabiduría" en francés), un vino amplio, complejo y con carácter.
Se trata de un assemblage de uva cariñena (55%) y garnacha (45%). La vendimia la hacen a mano, seleccionando los mejores frutos, para después pasar a fermentar en cubas de acero inoxidable. Una vez hecha esta fermentación y prensada la fruta, la cariñena pasa a crianza en barricas de 225 litros usadas y nuevas y la garnacha en barricas de 400 litros usadas y de roble francés. 16 meses de crianza dan lugar a la unión de las dos uvas y se procede al embotellado. Todo el proceso, a falta de bodega propia, se ha realizado en la familiar Cims de Porrera. Cerca de 19€ para un vino que por falta de nombre no llega a precios mucho más altos.
A la vista presenta un color picota oscuro con ribete granate, cubierto, con lágrima densa y un poco tintada.
En nariz se muestra muy envolvente, casi embriagador, con una enorme y fresca componente frutal, notas a fresas y arándanos y ligera mineralidad.
En boca tiene una entrada fresca y potente, con ácidos equilibrados, taninos maduros, frutal, especiado y con una mineralidad muy marcada. Pimientas y madera en la retronasal dan paso a un final largo y persistente.
Estos dos jóvenes primos nos entregan su vino más "serio", el cual goza de todas las virtudes y buenas maneras de su región. Es ideal para maridar con guisos de caza, setas y carnes blancas, a ser posible de la tierra. De estos mismos vinificadores recomiendo encarecidamente su vino más joven, L'Inconscient, recuerdo de esos años mozos en los que la inconsciencia ganaba su lugar a la sabiduría más clásica, que por poco más de 9€ nos regala una experiencia extraordinaria. Muy buen comienzo el de estos dos primos, que a buen seguro nos regalarán con los años nuevas y memorables propuestas para dignificar su región. Mi calificación para este Sagesse en su añada de 2007 es de un 92 sobre 100.
lunes, 19 de mayo de 2014
Chateau Bourgneuf 2006
El otro vino que tuvimos la oportunidad de disfrutar el viernes en la cena con nuestro amigo Carlos fue este Chateau Bourgneuf de 2006, un vino con una mayor componente de guarda y que decidimos decantar por unas dos horas. Este vino es un buen ejemplo de la manera de vinificar en el Pomerol, donde la merlot se lleva gran parte del protagonismo y los suelos arcillosos con algo de grava unidos a una buena orientación con buena cantidad de sol dan resultados excelentes.
Es otra de esas zonas "intocables" de Burdeos en lo económico, aunque en este caso el precio no se dispara más allá de los 35 o 40€. Lo vinifica la familia Vayron desde 1840 en una pequeña finca de 9 hectáreas y se encuentran ya en la octava generación creando este vino. Un buen cuidado del viñedo unido a un suelo excepcional dan un vino muy regular en sus diferentes añadas, rara vez decepciona, y este de 2006 no es una excepción.
Se trata de un assemblage de merlot (90%) y cabernet franc (10%) criado en barricas de roble francés nuevas, de primero y segundo año durante un periodo de tiempo que se encuentra entre los 12 y 14 meses.
A la vista presenta un color granate con ribete teja, bien cubierto, con una lágrima de densidad media y muy brillante.
En nariz se muestra envolvente con un marcado olor a fruta madura, algo pasificada, con notas de cuero mojado, guindas en licor y resinas.
En boca tiene una entrada amable gracias a unos taninos sedosos, nos trae matices especiados (pimienta negra), fruta confitada y buena madera, apoderándose estos dos últimos de la retronasal. Final largo y buena persistencia.
Es uno de esos vinos que demuestra un gran oficio detrás de él. No es tan fácil como otros, no gustará a todo el mundo, pero para el buen enófilo que guste de los vinos clásicos de Burdeos será un buen motivo de celebración. El maridaje lo hicimos con un exquisito pollo de corral asado a la cerveza y el resultado fue excelente. También puede ser muy disfrutable con foie, quesos semicurados y carnes blancas, además de con pescados blancos a la plancha. Mi calificación para este Chateau Bourgneuf en su añada de 2006 es de un 92 sobre 100.
Es otra de esas zonas "intocables" de Burdeos en lo económico, aunque en este caso el precio no se dispara más allá de los 35 o 40€. Lo vinifica la familia Vayron desde 1840 en una pequeña finca de 9 hectáreas y se encuentran ya en la octava generación creando este vino. Un buen cuidado del viñedo unido a un suelo excepcional dan un vino muy regular en sus diferentes añadas, rara vez decepciona, y este de 2006 no es una excepción.
Se trata de un assemblage de merlot (90%) y cabernet franc (10%) criado en barricas de roble francés nuevas, de primero y segundo año durante un periodo de tiempo que se encuentra entre los 12 y 14 meses.
A la vista presenta un color granate con ribete teja, bien cubierto, con una lágrima de densidad media y muy brillante.
En nariz se muestra envolvente con un marcado olor a fruta madura, algo pasificada, con notas de cuero mojado, guindas en licor y resinas.
En boca tiene una entrada amable gracias a unos taninos sedosos, nos trae matices especiados (pimienta negra), fruta confitada y buena madera, apoderándose estos dos últimos de la retronasal. Final largo y buena persistencia.
Es uno de esos vinos que demuestra un gran oficio detrás de él. No es tan fácil como otros, no gustará a todo el mundo, pero para el buen enófilo que guste de los vinos clásicos de Burdeos será un buen motivo de celebración. El maridaje lo hicimos con un exquisito pollo de corral asado a la cerveza y el resultado fue excelente. También puede ser muy disfrutable con foie, quesos semicurados y carnes blancas, además de con pescados blancos a la plancha. Mi calificación para este Chateau Bourgneuf en su añada de 2006 es de un 92 sobre 100.
domingo, 18 de mayo de 2014
Pago de Carraovejas Crianza 2011
"El único modo de hacer un gran trabajo es amar lo que haces. Si no lo has encontrado todavía, sigue buscando. No te acomodes. Como todo lo que es propio del corazón, lo sabrás cuando lo encuentres."
Estas palabras no son mías, sino de Steve Jobs, pero las suscribo a pies juntillas. Cuando amas lo que haces las cosas solo pueden salir bien, y eso es lo que le pasó a Jose María Ruiz, un joven segoviano que a finales de los 70 empezó a gestar la idea de unir su pasión a su trabajo, para, pocos años después, en 1982, abrir un restaurante donde el cochinillo de la tierra y el buen vino se unirían para dar lugar a un comienzo emocionante. Comienzo que derivó en 1987 en la creación de una bodega que exaltara las cualidades de los grandes vinos y pusieran a la Ribera del Duero en el lugar que merecía. Y así fue.
Hoy, Pago de Carraovejas es una de las bodegas más reconocidas y reconocibles de su denominación de origen, y se convierte en garantía de calidad para todo el que se acerque a sus vinos. Gracias a la invitación de mi buen amigo Carlos Lozano he tenido la oportunidad de disfrutar este pasado viernes de una de las joyas de esta bodega, el crianza, aún joven, de la cosecha de 2011. Un vino que se muestra como un identificable Ribera, intenso y rotundo como, en general, lo son todos los vinos de Castilla y León.
El vino ha sido producto de la unión de las tres variedades que se han plantado en estos viñedos en una proporción que le da el protagonismo al tinto fino o tempranillo en un 93%, junto a un 5% de cabernet sauvignon y un 2% de merlot, pasando posteriormente a una crianza de 12 meses en barricas de roble francés y americano nuevas y usadas para después enfrentarse a un natural proceso de clarificado con clara de huevo antes de ser embotellado.
A la vista presenta un color picota muy oscuro con ribete granate, muy cubierto y con lágrima de media densidad muy tintada.
En nariz tiene un comienzo muy frutal, donde se perciben notas a moras y fresas maduras, vainilla y lácteos, muy intenso. Aparecen también de fondo ligeros tonos herbáceos, a bosque y buenas resinas. Complejo.
En boca tiene una entrada potente, muy frutal, de nuevo fresas, moras e incluso frambuesas, acompañadas del frescor que le otorgan unos ácidos bien matizados. Es muy intenso, carnoso y algo tánico, presenta notas a buena madera y especias entregando una retronasal nuevamente con fruta madura y madera. Tiene un final largo y persistente. Es un vino enorme que se muestra en todo momento apasionado y muy disfrutable, amplio y rotundo.
En definitiva, no es un vino barato (unos 25€), pero es algo que olvidarás al encontrarte con uno de esos vinos que te harán volver una y otra vez a él. Por su contundencia y rotundidad aconsejo decantación, en nuestro caso le dimos una hora previa al consumo. Incluso preveo que uno o dos años más en botella no harán otra cosa que redondear aún más un producto que ya es impecable. Muy recomendable para acompañar un buen cochinillo, como le gustaría al propio Jose María Ruiz, y también buenas carnes rojas guisadas o a la parrilla así como quesos curados. Mi calificación para este Pago de Carraovejas Crianza en su añada de 2011 es de un 94 sobre 100.
Estas palabras no son mías, sino de Steve Jobs, pero las suscribo a pies juntillas. Cuando amas lo que haces las cosas solo pueden salir bien, y eso es lo que le pasó a Jose María Ruiz, un joven segoviano que a finales de los 70 empezó a gestar la idea de unir su pasión a su trabajo, para, pocos años después, en 1982, abrir un restaurante donde el cochinillo de la tierra y el buen vino se unirían para dar lugar a un comienzo emocionante. Comienzo que derivó en 1987 en la creación de una bodega que exaltara las cualidades de los grandes vinos y pusieran a la Ribera del Duero en el lugar que merecía. Y así fue.
Hoy, Pago de Carraovejas es una de las bodegas más reconocidas y reconocibles de su denominación de origen, y se convierte en garantía de calidad para todo el que se acerque a sus vinos. Gracias a la invitación de mi buen amigo Carlos Lozano he tenido la oportunidad de disfrutar este pasado viernes de una de las joyas de esta bodega, el crianza, aún joven, de la cosecha de 2011. Un vino que se muestra como un identificable Ribera, intenso y rotundo como, en general, lo son todos los vinos de Castilla y León.
El vino ha sido producto de la unión de las tres variedades que se han plantado en estos viñedos en una proporción que le da el protagonismo al tinto fino o tempranillo en un 93%, junto a un 5% de cabernet sauvignon y un 2% de merlot, pasando posteriormente a una crianza de 12 meses en barricas de roble francés y americano nuevas y usadas para después enfrentarse a un natural proceso de clarificado con clara de huevo antes de ser embotellado.
A la vista presenta un color picota muy oscuro con ribete granate, muy cubierto y con lágrima de media densidad muy tintada.
En nariz tiene un comienzo muy frutal, donde se perciben notas a moras y fresas maduras, vainilla y lácteos, muy intenso. Aparecen también de fondo ligeros tonos herbáceos, a bosque y buenas resinas. Complejo.
En boca tiene una entrada potente, muy frutal, de nuevo fresas, moras e incluso frambuesas, acompañadas del frescor que le otorgan unos ácidos bien matizados. Es muy intenso, carnoso y algo tánico, presenta notas a buena madera y especias entregando una retronasal nuevamente con fruta madura y madera. Tiene un final largo y persistente. Es un vino enorme que se muestra en todo momento apasionado y muy disfrutable, amplio y rotundo.
En definitiva, no es un vino barato (unos 25€), pero es algo que olvidarás al encontrarte con uno de esos vinos que te harán volver una y otra vez a él. Por su contundencia y rotundidad aconsejo decantación, en nuestro caso le dimos una hora previa al consumo. Incluso preveo que uno o dos años más en botella no harán otra cosa que redondear aún más un producto que ya es impecable. Muy recomendable para acompañar un buen cochinillo, como le gustaría al propio Jose María Ruiz, y también buenas carnes rojas guisadas o a la parrilla así como quesos curados. Mi calificación para este Pago de Carraovejas Crianza en su añada de 2011 es de un 94 sobre 100.
miércoles, 14 de mayo de 2014
Chateau Haut L'Abeille 2010
La región de Burdeos tiene fama de albergar algunos de los vinos más caros del mundo pero también se pueden encontrar cosas muy interesantes a buen precio. Con esa intención me hice con este que os traigo hoy, vinificado por el famoso consultor Michel Rolland, amigo personal de Robert Parker y enólogo encargado de proyectos vinícolas en varios países del mundo, con algunos de los más reconocidos vinificadores como Robert Mondavi en Napa Valley o el Chateau Mouton-Rothschild en Pauillac.
En esta ocasión se trata de un vino con la acepción de Grand Vin de Bordeaux, que al sorprendente precio de 7,40€ nos trae un coupage de las variedades merlot (en un 70%) y cabernet sauvignon (en un 30%) con una crianza en barricas de roble francés nuevas, de primero y de segundo año, de entre 12 y 14 meses. Bien es conocido el gusto del señor Rolland por los vinos concentrados y con mucha madera, cosa que muestra este vino, lo primero en el color y lo segundo en todo lo demás. Un mal ejemplo de la práctica de unas técnicas que muchos han tachado de globalizadoras, ya que usadas en exceso hacen vinos fáciles de beber pero absolutamente planos.
Este Chateau Haut L'Abeille está vinificado en el pago de L'Abeille, dentro de la propiedad de la familia Chevalier en la Comuna de Villegouge, a pocos kilómetros de la denominación de Fronsac. A pesar de los méritos obtenidos en concursos nacionales es un vino que me ha dejado algo frío, lejos de otras propuestas de esta región que he tenido la suerte de probar.
A la vista muestra un color picota muy oscuro, bien cubierto y con lágrima de densidad media-alta.
En nariz es muy varietal, la merlot se siente de manera muy reconocible con notas de frutos rojos y ligeros matices especiados, algo licoroso.
En boca es mucho menos intenso que en nariz y menos agradable de lo que lo es a la vista, parece mostrar un gran vestido con un interior vacuo y decepcionante. Es algo tánico, con una marcada acidez y unos recuerdos a fruta que ceden todo el protagonismo a una madera excesiva, mal integrada, que también domina la retronasal. Final con persistencia media.
No es un mal vino pero sí una propuesta decepcionante, más si cabe viniendo de vinificadores tan reconocidos y de una región con vinos brillantes. Se puede maridar con carnes blancas y rojas a la brasa pero nunca aportará demasiado al conjunto. Para rematar la faena, lo tuve unas horas en la copa para observar su evolución y el resultado volvió a ser decepcionante, mostrando una rápida oxidación y una excesiva pasificación de los matices frutales. Mi calificación para este Chateau Haut L'Abeille en su añada de 2010 es de un 81 sobre 100.
En esta ocasión se trata de un vino con la acepción de Grand Vin de Bordeaux, que al sorprendente precio de 7,40€ nos trae un coupage de las variedades merlot (en un 70%) y cabernet sauvignon (en un 30%) con una crianza en barricas de roble francés nuevas, de primero y de segundo año, de entre 12 y 14 meses. Bien es conocido el gusto del señor Rolland por los vinos concentrados y con mucha madera, cosa que muestra este vino, lo primero en el color y lo segundo en todo lo demás. Un mal ejemplo de la práctica de unas técnicas que muchos han tachado de globalizadoras, ya que usadas en exceso hacen vinos fáciles de beber pero absolutamente planos.
Este Chateau Haut L'Abeille está vinificado en el pago de L'Abeille, dentro de la propiedad de la familia Chevalier en la Comuna de Villegouge, a pocos kilómetros de la denominación de Fronsac. A pesar de los méritos obtenidos en concursos nacionales es un vino que me ha dejado algo frío, lejos de otras propuestas de esta región que he tenido la suerte de probar.
A la vista muestra un color picota muy oscuro, bien cubierto y con lágrima de densidad media-alta.
En nariz es muy varietal, la merlot se siente de manera muy reconocible con notas de frutos rojos y ligeros matices especiados, algo licoroso.
En boca es mucho menos intenso que en nariz y menos agradable de lo que lo es a la vista, parece mostrar un gran vestido con un interior vacuo y decepcionante. Es algo tánico, con una marcada acidez y unos recuerdos a fruta que ceden todo el protagonismo a una madera excesiva, mal integrada, que también domina la retronasal. Final con persistencia media.
No es un mal vino pero sí una propuesta decepcionante, más si cabe viniendo de vinificadores tan reconocidos y de una región con vinos brillantes. Se puede maridar con carnes blancas y rojas a la brasa pero nunca aportará demasiado al conjunto. Para rematar la faena, lo tuve unas horas en la copa para observar su evolución y el resultado volvió a ser decepcionante, mostrando una rápida oxidación y una excesiva pasificación de los matices frutales. Mi calificación para este Chateau Haut L'Abeille en su añada de 2010 es de un 81 sobre 100.
martes, 13 de mayo de 2014
El Hombre Bala 2012
Ya era hora de hacer un ejercicio de chauvinismo y, como buen madrileño, traeros un vino de los que hacen en mi tierra, un monovarietal de garnacha nacido en la Sierra de Gredos, que se convierte en un buen ejemplo de cómo se trabaja esta variedad en nuestra región.
Alejado de la tipicidad de la garnacha aragonesa, estos vinos madrileños suelen caracterizarse por tener menos cuerpo y mayor grado alcohólico. En el caso del que analizo en este artículo es un vino procedente de cepas viejas entre los 40 y 90 años de edad, cuya fruta ha sido recogida antes de alcanzar un excesivo grado de maduración, para posteriormente pasar a una crianza de diez meses en barricas de roble francés de diferentes tamaños (400 y 700 litros) que han otorgado mayor profundidad al vino.
Los "culpables" de esta obra son los enólogos de bodegas Comando G Fernando García (Bodegas Marañones) y Daniel Gómez (Daniel Landi Viticultores) que ofrecen las mejores muestras de buena viticultura en la Comunidad de Madrid.
A la vista muestra un color granate con ribete rosado, poco cubierto y con una lágrima de densidad media.
En nariz es un vino intenso y muy frutal, goloso, con notas a cerezas y frambuesas con un marcado carácter varietal y un lejano matiz a regaliz rojo.
En boca tiene una entrada envolvente, con el alcohol acariciando toda la boca dotando de una agradable calidez al trago, muy frutal y especiado, entrega una leve sensación de astringencia procedente de unos taninos aterciopelados. Retronasal balsámica con buena persistencia en el final.
Por poco más de 15€ el proyecto Uvas Felices de las Bodegas Comando G nos entrega un vino agradable, muy de su tierra y excelente para maridar con potentes guisos de legumbres, con un buen cocido madrileño, que eleva los matices del vino y potencia la riqueza del plato. La Sierra de Gredos nos regala a los madrileños otras excelentes garnachas como La Bruja Avería, también de Comando G, o Navaherreros de Bernabeleva. Mi calificación para El Hombre Bala en su añada de 2012 es de un 90 sobre 100.
Alejado de la tipicidad de la garnacha aragonesa, estos vinos madrileños suelen caracterizarse por tener menos cuerpo y mayor grado alcohólico. En el caso del que analizo en este artículo es un vino procedente de cepas viejas entre los 40 y 90 años de edad, cuya fruta ha sido recogida antes de alcanzar un excesivo grado de maduración, para posteriormente pasar a una crianza de diez meses en barricas de roble francés de diferentes tamaños (400 y 700 litros) que han otorgado mayor profundidad al vino.
Los "culpables" de esta obra son los enólogos de bodegas Comando G Fernando García (Bodegas Marañones) y Daniel Gómez (Daniel Landi Viticultores) que ofrecen las mejores muestras de buena viticultura en la Comunidad de Madrid.
A la vista muestra un color granate con ribete rosado, poco cubierto y con una lágrima de densidad media.
En nariz es un vino intenso y muy frutal, goloso, con notas a cerezas y frambuesas con un marcado carácter varietal y un lejano matiz a regaliz rojo.
En boca tiene una entrada envolvente, con el alcohol acariciando toda la boca dotando de una agradable calidez al trago, muy frutal y especiado, entrega una leve sensación de astringencia procedente de unos taninos aterciopelados. Retronasal balsámica con buena persistencia en el final.
Por poco más de 15€ el proyecto Uvas Felices de las Bodegas Comando G nos entrega un vino agradable, muy de su tierra y excelente para maridar con potentes guisos de legumbres, con un buen cocido madrileño, que eleva los matices del vino y potencia la riqueza del plato. La Sierra de Gredos nos regala a los madrileños otras excelentes garnachas como La Bruja Avería, también de Comando G, o Navaherreros de Bernabeleva. Mi calificación para El Hombre Bala en su añada de 2012 es de un 90 sobre 100.
jueves, 8 de mayo de 2014
Monasterio de las Viñas Crianza 2008
Con el afán de haceros llegar el vino a la mesa, sin complejos ni impedimentos, de vez en cuando voy a ofreceros opciones interesantes que podéis encontrar en vuestro supermercado y a precios de risa. El vino que nos ocupa procede de la aragonesa denominación de origen de Cariñena y se trata de un coupage de uvas tempranillo, garnacha, cariñena y cabernet sauvignon. En la página web de la bodega explican un coupage diferente a este pero tras ponerme en contacto con ellos me confirmaron que la mezcla real es la que reza en la contraetiqueta de la botella, que es la que os he remitido.
La crianza se ha realizado en barricas de roble francés y americano durante un periodo de seis meses. Es un vino para compartir la comida de cada día, y, a pesar de tener ya 6 añitos, se muestra fresco y joven, fácil de beber. Una opción más que interesante para un vino de 2,65€.
A la vista presenta un color picota con ribete granate, poco cubierto y con lágrima densa.
En nariz hay una marcada presencia de frutas rojas frescas, con notas de cuero y madera mojada. Especiado.
En boca tiene una entrada excesivamente vigorosa, con una acidez algo descontrolada, fresco y frutoso con taninos maduros y final corto, algo vacuo.
Un vino, en definitiva, que no sorprenderá a nadie, pero que aportará una grata compañía en cualquier mesa, especialmente ante aperitivos y carnes blancas, y que demuestra que en nuestro país se elaboran vinos muy recomendables por muy poco precio. Eso sí, no hagan mucho caso de la pegatina que le han puesto en el cuello de la botella anunciando los 89 puntos de Robert Parker porque la cosa no llega a tanto y puede dar lugar a una pequeña decepción. Mi calificación para este Monasterio de las Viñas Crianza en su añada de 2008 es de un 85 sobre 100.
La crianza se ha realizado en barricas de roble francés y americano durante un periodo de seis meses. Es un vino para compartir la comida de cada día, y, a pesar de tener ya 6 añitos, se muestra fresco y joven, fácil de beber. Una opción más que interesante para un vino de 2,65€.
A la vista presenta un color picota con ribete granate, poco cubierto y con lágrima densa.
En nariz hay una marcada presencia de frutas rojas frescas, con notas de cuero y madera mojada. Especiado.
En boca tiene una entrada excesivamente vigorosa, con una acidez algo descontrolada, fresco y frutoso con taninos maduros y final corto, algo vacuo.
Un vino, en definitiva, que no sorprenderá a nadie, pero que aportará una grata compañía en cualquier mesa, especialmente ante aperitivos y carnes blancas, y que demuestra que en nuestro país se elaboran vinos muy recomendables por muy poco precio. Eso sí, no hagan mucho caso de la pegatina que le han puesto en el cuello de la botella anunciando los 89 puntos de Robert Parker porque la cosa no llega a tanto y puede dar lugar a una pequeña decepción. Mi calificación para este Monasterio de las Viñas Crianza en su añada de 2008 es de un 85 sobre 100.
miércoles, 7 de mayo de 2014
Pricum Primeur 2012
Aprovechando un viaje a León con mi mujer y unos amigos el pasado puente de mayo, organicé una visita a las Bodegas Margón, situadas en la localidad de Pajares de los Oteros, León. Fue fácil ponerme en contacto directo con el dueño de la bodega, Eugenio González, que se prestó inmediatamente a enseñarnos la bodega y sus vinos.
Lo alucinante del asunto fue cuando, al llegar allí, el propio Eugenio nos ofreció una cata muy especial: disfrutar de sus productos en pleno proceso, algunos sin siquiera haber concluído la fermentación maloláctica, directos desde la barrica para apreciar la evolución y el respeto con el que se crean estos maravillosos vinos.
Una experiencia inolvidable que completamos comiendo en el restaurante que tiene Eugenio en la localidad de Valencia de Don Juan, a menos de 10 kilómetros de la bodega, donde disfrutamos de un excelente Pricum Prieto Picudo de 2008, con unos guisos de la tierra ricos y potentes.
La filosofía de Bodegas Margón es la de una bodega humilde pero con un dueño que siente auténtica pasión por este mundo del vino, poseedor de los únicos viñedos de la variedad prieto picudo con cepas centenarias que aún quedan en la zona, y con la clara intención de crear vinos bien hechos, con la mínima intervención tecnológica y procesos absolutamente naturales que hacen que incluso la fermentación maloláctica se prolongue durante meses debido a la ausencia de químicos en sus trabajos.
Este Pricum Primeur 2012 que hoy analizamos es buen referente de la filosofía de la bodega, un vino joven, con tan solo 8 meses de crianza en barricas de roble francés, con fermentación en madera en vez de tanques de acero inoxidable, con un buen precio en tienda (poco más de 9€), que supone un primer y excelente paso para conocer las maravillosas virtudes de la bodega y que ya se reflejarán en este blog en posteriores artículos. Es un monovarietal de la uva prieto picudo, variedad autóctona de la tierra de León, caracterizada por sus frutos pequeños y muy pegados unos a otros cuyos racimos terminan en punta. Uva de hollejo grueso que produce taninos bien marcados.
A la vista presenta un color picota intenso con ribete violáceo, cobertura media y lágrima densa.
En nariz se muestra envolvente y algo alcohólico, con notas de bosque, frutas rojas, especias y marcada mineralidad.
En boca tiene una entrada potente, con ácidos de gran presencia, fresco y frutoso, con notas de fresas y frambuesas presentando unos taninos marcados, con carácter. Tiene un final agradable con persistencia media-alta. Es un vino fácil de beber y mejorará con un año más en botella, ya que ahora se presenta demasiado atrevido, algo descontrolado, mejorando tras un tiempo en la copa.
Una excelente muestra de lo que la variedad prieto picudo y un gran trabajo vitivinícola, firmado por el que muchos consideran el mejor enólogo de España, Raúl Pérez Pereira, pueden lograr dando una clara imagen de lo que puede suponer acercarse a dos vinos de esta bodega aún más interesantes, con un proceso más exigente y unos frutos procedentes de las mejores parcelas aunque también claramente más caros (en torno a los 25€) como son Valdemuz y Paraje de El Santo, que serán analizados más adelante en esta página. Mi calificación para este Pricum Primeur en su añada de 2012 es de un 90 sobre 100.
Lo alucinante del asunto fue cuando, al llegar allí, el propio Eugenio nos ofreció una cata muy especial: disfrutar de sus productos en pleno proceso, algunos sin siquiera haber concluído la fermentación maloláctica, directos desde la barrica para apreciar la evolución y el respeto con el que se crean estos maravillosos vinos.
Una experiencia inolvidable que completamos comiendo en el restaurante que tiene Eugenio en la localidad de Valencia de Don Juan, a menos de 10 kilómetros de la bodega, donde disfrutamos de un excelente Pricum Prieto Picudo de 2008, con unos guisos de la tierra ricos y potentes.
La filosofía de Bodegas Margón es la de una bodega humilde pero con un dueño que siente auténtica pasión por este mundo del vino, poseedor de los únicos viñedos de la variedad prieto picudo con cepas centenarias que aún quedan en la zona, y con la clara intención de crear vinos bien hechos, con la mínima intervención tecnológica y procesos absolutamente naturales que hacen que incluso la fermentación maloláctica se prolongue durante meses debido a la ausencia de químicos en sus trabajos.
Este Pricum Primeur 2012 que hoy analizamos es buen referente de la filosofía de la bodega, un vino joven, con tan solo 8 meses de crianza en barricas de roble francés, con fermentación en madera en vez de tanques de acero inoxidable, con un buen precio en tienda (poco más de 9€), que supone un primer y excelente paso para conocer las maravillosas virtudes de la bodega y que ya se reflejarán en este blog en posteriores artículos. Es un monovarietal de la uva prieto picudo, variedad autóctona de la tierra de León, caracterizada por sus frutos pequeños y muy pegados unos a otros cuyos racimos terminan en punta. Uva de hollejo grueso que produce taninos bien marcados.
A la vista presenta un color picota intenso con ribete violáceo, cobertura media y lágrima densa.
En nariz se muestra envolvente y algo alcohólico, con notas de bosque, frutas rojas, especias y marcada mineralidad.
En boca tiene una entrada potente, con ácidos de gran presencia, fresco y frutoso, con notas de fresas y frambuesas presentando unos taninos marcados, con carácter. Tiene un final agradable con persistencia media-alta. Es un vino fácil de beber y mejorará con un año más en botella, ya que ahora se presenta demasiado atrevido, algo descontrolado, mejorando tras un tiempo en la copa.
Una excelente muestra de lo que la variedad prieto picudo y un gran trabajo vitivinícola, firmado por el que muchos consideran el mejor enólogo de España, Raúl Pérez Pereira, pueden lograr dando una clara imagen de lo que puede suponer acercarse a dos vinos de esta bodega aún más interesantes, con un proceso más exigente y unos frutos procedentes de las mejores parcelas aunque también claramente más caros (en torno a los 25€) como son Valdemuz y Paraje de El Santo, que serán analizados más adelante en esta página. Mi calificación para este Pricum Primeur en su añada de 2012 es de un 90 sobre 100.
martes, 6 de mayo de 2014
Chateau de Coubersant 1997
Ya hemos tratado en este blog la calidad de un vino procedente de Burdeos, en aquel caso de Lalande de Pomerol, ahora vamos a cruzar a la orilla izquierda de la Gironda y vamos a disfrutar un tinto del Medoc, de la zona de Pauillac, mítica por alojar algunos de los mejores viñedos del mundo como los Chateau Lafite, Latour o Pontet-Canet. Es una región que también es conocida por la longevidad de sus vinos que llegan a permitir décadas de guarda.
En Pauillac se suelen utilizar, en su gran mayoría, las mismas uvas de la otra región de Burdeos, cabernet sauvignon y merlot, pero en este caso la relación es diferente. Aquí el protagonismo se lo lleva la cabernet que, en el vino que nos ocupa, acapara el 80% de la mezcla, frente a ese 20% de merlot. Esto, unido a una crianza en barricas de roble francés de 18 meses y una guarda en botella de más de tres lustros, redondean un vino exquisito.
La cabernet es una uva que se vinifica en casi todo el mundo, una auténtica superviviente a cualquier tipo de clima, con mucho cuerpo y carácter y unos taninos recios procedentes de un hollejo bastante grueso, que solo el paso del tiempo consigue domesticar.
A través de una cata en nuestra querida Oh Delice!, descubrí este magnífico vino, todo un Cru Bourgeois que, si bien no es barato (49€), ofrece parte de la magia de una región con unos vinos memorables. Este de 1997 está en un momento perfecto para ser abierto y recomiendo un par de horas de decantación anteriores a su consumo para liberar todas sus cualidades.
A la vista presenta un color teja muy marcado con ribete anaranjado, buena cobertura y lágrima muy densa.
En nariz, tras la adecuada decantación, nos regala tonos florales y frutales muy intensos y envolventes, licoroso y con notas de café y cuero.
En boca emociona, tiene una entrada que es una auténtica caricia, los taninos sumamente sedosos con un alto contenido en fruta madura que envuelve, dan paso a una retronasal con notas a buena madera bien integrada. Final largo y persistente.
A pesar de haber tenido un ligero percance al descorchar, estos vinos con tanta edad son muy delicados en esa operación, y tras filtrarlo a través de una tela fina y limpia para librarlo de los pequeños trozos de corcho, el resultado final es emocionante. Un vino con marcada personalidad, sumamente delicado e ideal para maridar con carnes rojas, tanto a la plancha como guisadas, quesos e incluso pescado. Un esfuerzo económico algo alto para disfrutar de un Medoc memorable, muy recomendable. Mi calificación para este Chateau de Coubersant en su añada de 1997 es de un 95 sobre 100.
En Pauillac se suelen utilizar, en su gran mayoría, las mismas uvas de la otra región de Burdeos, cabernet sauvignon y merlot, pero en este caso la relación es diferente. Aquí el protagonismo se lo lleva la cabernet que, en el vino que nos ocupa, acapara el 80% de la mezcla, frente a ese 20% de merlot. Esto, unido a una crianza en barricas de roble francés de 18 meses y una guarda en botella de más de tres lustros, redondean un vino exquisito.
La cabernet es una uva que se vinifica en casi todo el mundo, una auténtica superviviente a cualquier tipo de clima, con mucho cuerpo y carácter y unos taninos recios procedentes de un hollejo bastante grueso, que solo el paso del tiempo consigue domesticar.
A través de una cata en nuestra querida Oh Delice!, descubrí este magnífico vino, todo un Cru Bourgeois que, si bien no es barato (49€), ofrece parte de la magia de una región con unos vinos memorables. Este de 1997 está en un momento perfecto para ser abierto y recomiendo un par de horas de decantación anteriores a su consumo para liberar todas sus cualidades.
A la vista presenta un color teja muy marcado con ribete anaranjado, buena cobertura y lágrima muy densa.
En nariz, tras la adecuada decantación, nos regala tonos florales y frutales muy intensos y envolventes, licoroso y con notas de café y cuero.
En boca emociona, tiene una entrada que es una auténtica caricia, los taninos sumamente sedosos con un alto contenido en fruta madura que envuelve, dan paso a una retronasal con notas a buena madera bien integrada. Final largo y persistente.
A pesar de haber tenido un ligero percance al descorchar, estos vinos con tanta edad son muy delicados en esa operación, y tras filtrarlo a través de una tela fina y limpia para librarlo de los pequeños trozos de corcho, el resultado final es emocionante. Un vino con marcada personalidad, sumamente delicado e ideal para maridar con carnes rojas, tanto a la plancha como guisadas, quesos e incluso pescado. Un esfuerzo económico algo alto para disfrutar de un Medoc memorable, muy recomendable. Mi calificación para este Chateau de Coubersant en su añada de 1997 es de un 95 sobre 100.
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