Bien es sabido por los que siguen este blog que tengo especial cariño por los vinos dulces de postre, esas joyas no tan conocidas como nuestros tintos pero que garantizan momentos inolvidables con una copa en la mano. En nuestro país se elaboran unos vinos extraordinarios a partir de la uva Pedro Ximénez, muy conocida en nuestra gastronomía pero no tanto por su valor en copa.
El vino que hoy os traigo es un monovarietal de la variedad antes citada, un vino muy dulce y con gran contenido alcohólico (17 grados), que se presenta ideal como postre en sí mismo o para aderezar helados y frutos secos. Se elabora a partir de uvas pasificadas al sol que han recibido una corta crianza en roble de unos 4 meses.
Un vino para tomar en pequeñas dosis, excelente colofón para cualquier manjar que recibamos en nuestra mesa.
A la vista presenta un color caramelo con ribete ámbar, poco cubierto y con lágrima muy densa.
En nariz se muestra muy intenso, envolvente y evocador. Entrega notas de higos, miel y caramelo con un matiz tostado y un fondo de mermelada de naranja.
En boca posee una entrada untuosa, cálida y extraordinariamente equilibrada. Notas de uvas pasas, caramelo, miel y avellanas lo convierten en un trago muy goloso y bien estructurado. La retronasal nos habla de piel de naranja, y una madera antigua cargada de sabiduría. Final largo y gran persistencia.
Por unos 12€ (la botella de 37,5 cl.) podemos disfrutar de esta pequeña joya vinícola del sur de España, una auténtica delicatessen propia del mejor gourmet, pensada para tomar en pequeños tragos. Marida bien con helado de vainilla, frutos secos y foie micuit. Ideal para servir en copa pequeña bien fría como postre. Mi calificación para este Alvear Pedro Ximénez de añada en su añada de 2011 es de un 95 sobre 100.
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