La mencía es otra de mis debilidades confesas. La evolución de los vinos creados a partir de esta variedad en los últimos años auguran un enorme protagonismo de la misma en el futuro. Casar de Burbia es una bodega asentada bajo la denominación de origen Bierzo, con 27 hectáreas de viñedo, la mayor parte del mismo con cepas centenarias.
El vino que os traigo hoy procede de cepas plantadas entre los 400 y 600 metros de altitud y crecen sobre suelos con alto contenido en arcilla que aportan un mayor carácter varietal al mismo.
Se trata de un monovarietal de mencía que ha recibido una crianza de 8 meses en barricas de roble americano. Es lo que se ha dado en llamar un Roble, vino joven con una ligera crianza en madera que ha estabilizado y equilibrado sus virtudes.
A la vista presenta un color picota muy oscuro con ribete granate, muy cubierto y con lágrima gruesa y densa.
En nariz se muestra muy frutal entregando notas de fresas, frambuesas, vainilla, chocolate blanco y queso Mascarpone.
En boca posee una entrada potente, con una marcada acidez y una ligera astringencia provocada por unos taninos aterciopelados. Notas de confitura de frutos del bosque, golosina de regaliz y especias dan paso a una retronasal envuelta en moras y fruta madura. Final de medio recorrido y buena persistencia.
Por unos 10€ se puede disfrutar de un vino muy rico, fresco y frutal, ideal para tapear o para acompañar carnes rojas a la parrilla, caza y asados, embutidos y guisos de legumbres. Mi calificación para este Casar de Burbia Mencía en su añada de 2009 es de un 89 sobre 100.
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