Con tan solo 10 años de historia, la bodega Jorge Ordoñez se ha convertido en referente internacional, especialmente en lo que concierne a vinos blancos dulces. Situada en la zona montañosa de la Axarquía malagueña, sus viñedos son de los más antiguos de Europa en la recolección de uvas pasas.
Todo nace bajo la unión de las familias Ordoñez de Málaga y Kracher de Austria, de hecho, cabe reseñar la influencia del bodeguero austríaco Alois Kracher que ya era número uno en la producción de vinos dulces en su país.
El vino que hoy os traigo ha regado las copas en eventos tan importantes como el 88º cumpleaños de la Reina de Inglaterra o el banquete de los premios Nobel en 2012. Se trata de un monovarietal de moscatel de Alejandría que ha recibido una fermentación en depósitos de acero inoxidable controlando la temperatura hasta alcanzar el nivel de alcohol deseado (10 grados).
A la vista presenta un color dorado con ribete pajizo, muy poco cubierto y con lágrima brillante de media densidad.
En nariz se muestra embriagador, envolvente, goloso. Entrega notas de melocotón en almíbar, albaricoque, dulce de membrillo y cáscara de naranja.
En boca posee una entrada amplia, sedosa, untuosa, dulce y fresco a la vez. Emocionante. Nos trae recuerdos de melocotón en almíbar, fruta de hueso y matices amielados. La retronasal nos habla de fruta madura, dulce, envuelta en mermelada de melocotón. Final largo y buena persistencia.
Por poco menos de 20€ (la botella de 37,5 cl.) nos podemos dar un capricho de auténticos dioses, un manjar de reyes que no defraudará a cualquier amante de los buenos vinos. Marida bien con postres, chocolates y foie, aunque también es amigo de la soledad, fiel compañero de lectura en una tarde otoñal al abrigo de una buena chimenea o, en su defecto, de un buen radiador. Mi calificación para este Jorge Ordóñez & Co. Victoria nº 2 en su añada de 2013 es de un 95 sobre 100.
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