A unos 1.000 metros de altura se encuentran los viñedos que la familia Fuentes recuperó para la actividad vinícola a finales de los años 90 del siglo pasado. Desde entonces crean unos vinos con sabor de buen terruño, minerales y muy apegados a la tierra castellana de la que proceden.
El vino que os traigo hoy procede de cuatro variedades distintas de uva, tempranillo (60%), syrah (20%), cabernet sauvignon (10%) y merlot (10%), que han sido vendimiadas y posteriormente fermentadas en depósitos de acero inoxidable por separado, para pasar a una posterior crianza de 12 meses en barricas de roble francés Allier en un 60% y americano de tostado medio y grano fino en un 40%.
Toda la vendimia se realiza de manera manual en cajas de 20 kg. contando con la ventaja de la proximidad de los viñedos a la bodega con lo que se garantiza la calidad final de los frutos, los cuales proceden en su totalidad de estos viñedos propios.
A la vista presenta un color cereza con ribete violáceo, poco cubierto y con lágrima densa y brillante.
En nariz se muestra muy frutal, con notas de grosellas, frambuesas y cerezas. También de adivinan matices herbáceos, de monte y una marcada impresión a pimienta.
En boca posee una entrada amable, con poco cuerpo y unos taninos maduros. Trae recuerdos de fresas, cerezas y buena madera. De la retronasal se hacen dueños los matices a fruta madura y especias dulces. Final algo corto y persistencia media.
Está lejos de ser memorable pero puedo garantizar que, por unos 12€, podéis disfrutar un vino muy agradable de beber que suple la falta de complejidad con un gran equilibrio. Marida muy bien con aperitivos, ensaladas calientes, gulas, pescados a la plancha y carnes blancas. Mi calificación para este Finca Río Negro en su añada de 2010 es de un 88 sobre 100.
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