Hoy me enfrento a la difícil labor de analizar un vino que no me ha gustado. No porque sea malo, sus críticas a nivel internacional son bastante buenas, sino porque yo no lo disfruto. No me gusta, como ya expliqué en mi decálogo personal, que el protagonismo de un vino recaiga sobre notas olfativas o gustativas que me resulten desagradables. Puedo aceptar pequeños matices pero, el caso que hoy nos ocupa, me sabe y huele a establo, a mierda de vaca, vaya. Y eso no me parece normal.
Se trata de un monovarietal de la uva pinotage (un cruce entre la pinot noir y la cinsault o hermitage), que es responsable de muchos de los grandes vinos tintos sudafricanos. Procede de una bodega asentada a la sombra de las montañas Hawekwa a unos 45 minutos de Ciudad del Cabo, en plena ruta de los grandes vinos de esta zona. Ha tenido una crianza en roble que no supera el año antes de ser embotellado.
No recomiendo decantarlo, pero sí dejarlo en la copa un par de horas antes de consumirlo ya que buena parte de los matices más desagradables desaparecen con el tiempo.
A la vista presenta un color cereza intenso con muy leve gradación hasta el borde, poco cubierto y con lágrima de media densidad.
En nariz aparecen notas de chocolate negro, torrefactos y especias dulces envueltas en un desagradable olor a establo que va remitiendo a medida que se oxigena en la copa.
En boca es potente, demasiado dulzón para un vino seco, mal equilibrado y con unos taninos maduros. De nuevo se muestran notas de chocolate y café, pero absolutamente dominadas por ese desagradable sabor de cuadra o establo al que ya me he referido, que empaña definitivamente la sensación global. En retronasal se imponen notas tostadas y de chocolate puro que dan paso a un final largo y una persistencia media.
Por 14€ podéis probar un vino absolutamente diferente a todo lo que hayáis probado hasta la fecha. Puede ser que os enamore o que os decepcione tanto como a mí pero, en cualquier caso, no os dejará indiferentes. No puedo recomendar maridaje alguno ya que no lo considero un buen compañero de mesa, pero quizás le vengan bien guisos con salsas dulces o acompañados de ciertas confituras. Mi calificación, absolutamente personal, para este Diemersfontein Pinotage en su añada de 2012 es de un 65 sobre 100.
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