El origen de la misma procede de 1999 cuando la familia Frías decidió recuperar una antigua lechería en la pedanía de Dehesas para albergar allí las instalaciones de Bodegas Estefanía. En un entorno ideal para el cultivo de la mencía, con suelos arcillosos y una altitud de entre 600 y 700 metros, maduran unas uvas con alto poder de concentración debido a una bajísima producción de las cepas de entre 40 y 60 años de las que proceden. Apenas 1,2 kilos de fruto por cepa que garantizan toda la expresión y frescura de esta variedad.
Hablamos, por tanto, de un monovarietal de mencía que ha recibido una crianza de entre 8 y 12 meses en barricas de roble francés.
A la vista presenta un color granate con ribete cereza, de media capa y lágrima fina, abundante y densa.
En nariz se muestra intenso, frutoso y mineral. Entrega notas de fresas, frambuesas, arcilla, regaliz dulce, mantequilla fresca y un marcado matiz balsámico.
En boca posee una entrada potente y fresca, muy frutal, mostrando una buena acidez junto a unos taninos aterciopelados. Notas de cerezas, fresas, guindas en licor y un ligero matiz mineral dan paso a una retronasal que nos habla de regaliz, especias y madera fresca. Final de largo recorrido y persistencia media.
Por unos 9€ podemos disfrutar de una mencía bien hecha, con raza, que nos habla de todas las grandes virtudes de la tierra de la que procede. Marida bien con carnes blancas y rojas a la parrilla y embutidos de la zona. Mi calificación para este Tilenus en su añada de 2011 es de un 91 sobre 100.
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