Con motivo del 125 aniversario de la bodega La Rioja Alta S.A. me propuse organizar una cata vertical del que, para un servidor, es el mejor vino de la bodega, su Gran Reserva 904. Para ello me hice con tres botellas de tan magnífico elixir, las correspondientes a las añadas de 1998, 2001 y 2004 calificadas en su denominación de origen como muy buena, excelente y excelente respectivamente. El famoso crítico Robert Parker ha otorgado a estos vinos puntuaciones de 95, 96 y 96, notas altísimas al que sin duda alguna es uno de los mejores productos salido de la viña a nivel mundial.
El listón al que uno se expone ante semejantes vinos hace muy difícil la decisión a la hora de decidirse por uno u otro. Antes de nada quiero advertir a los que estáis leyendo este artículo que el resultado de una cata de este tipo no sólo está sujeto a la calidad intrínseca de cada vino sino también a las particularidades propias de cada botella y al cuidado al que haya sido sometida en su periodo de guarda. Tengo que decir que las tres botellas han sido adquiridas en vinotecas de reconocido prestigio por lo que la guarda en los tres casos se debe presumir, como mínimo, responsable. Así, antes de ser servidas han permanecido en mi casa, en mi vinoteca particular, a una temperatura controlada de 14 grados siendo abiertas las tres botellas a la vez aproximadamente media hora antes del consumo.
No deja de ser aconsejable aproximarse a estos vinos tras una decantación previa pero no lo estimé oportuno ya que, conociendo bien los vinos de esta casa, rara vez presentan sedimentos y además se trata de tres vinos muy bien hechos, finos y que han sido suficientemente reposados antes de salir a la venta. Hay que tener en cuenta también a la hora de estimar los resultados finales de esta cata que nos enfrentamos a tres vinos en tres estadios diferentes de su evolución en botella: el de 1998 con casi 17 años desde la vendimia, el del 2001 con casi 14 y el del 2004 con algo más de 10. En vinos de este tipo es un factor muy importante a tener en cuenta ya que mientras el primero de ellos casi se encuentra en una etapa en la que el vino comienza su declive, los otros dos estan aún en su punto álgido, incluso el tercero me atrevería a decir que resulta incluso algo pronto para tomarlo.
Son vinos todos ellos nacidos a partir de una exquisita selección de la uva formando un coupage de tempranillo (90%) y graciano (10%) que han recibido una crianza de 4 años en barricas de roble americano y otros cuatro años de reposo en botella antes de salir al mercado.
Siendo en los tres casos un vino de primerísimo nivel, recomendado para las mesas más exigentes, mis sensaciones al realizar la cata han sido las siguientes:
A la vista los tres lucen como vinos sabios, con recorrido, con tonos anaranjados o teja en sus ribetes, más acentuados en el vino de más edad (el de 1998), de capa baja, casi transparentes y con una lágrima siempre densa que se muestra fina en el de 1998 y más gruesa en los otros dos.
En nariz estamos ante tres vinos conmovedores, complejos, espectaculares. En esta fase destaca la amplitud e inmediata entrega de el de 1998 y la rotundidad y complejidad de el de 2004. El de 2001, en cambio, tardó en abrirse, necesitó un amplio periodo de oxigenación para entregarse plenamente, aunque cuando lo hizo se mostró casi a la altura de sus "hermanos".
En boca el derroche de calidad que ya se presumía en las fases anteriores acaba despuntando de forma rotunda. Son vinos complejos, amplios, con una buena base de fruta y tonos ahumados, trufados y una acidez bien presente, especialmente en los de 2001 y 2004 que les augura aún un buen periodo de guarda por delante. Taninos maduros, finos, sutiles, elegantes, evocadores, un placer para los sentidos. El de 1998, siendo una vez más ejemplo de complejidad y calidad, cede algo en carácter y estructura, ligeramente vacuo en boca me dejó la sensación de que es un vino que poco puede aportar ya en años venideros, si aún queda alguna botella por casa recomiendo su disfrute ya. Hoy mejor que mañana. En cambio los de 2001 y 2004 aún se muestran muy serios, con buena acidez y estructura, vinos a los que aún les queda recorrido en botella, especialmente al de 2004 que a su vez se muestra como el más complejo y completo en esta fase de la cata. Fue unánime para los tres asistentes a la misma, el de 2004 es un aventajado entre tres vinos excelsos, un producto que se puede convertir en referente vinícola de nuestro país en los próximos años debido a una profundidad, complejidad y carácter al alcance de muy pocos en el mundo.
Así pues, aunque el ganador por unanimidad de la cata sea el de 2004, tengo que decir que cualquiera de las añadas de este vino es garantía de un auténtico placer, un reeencuentro con lo mejor de nuestros viñedos para el disfrute de todos los paladares, un auténtico homenaje por tan sólo 30€ que engrandece a una bodega que espero dure, al menos, otros 125 años más.
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