Con la intención de haceros llegar propuestas vinícolas al alcance de todos, hoy os traigo el producto del trabajo de una bodega manchega que apuesta por el syrah como expresión de uno de sus vinos. Si bien esta variedad es más propia de zonas concretas de Francia y Australia, en España también encontramos algunas regiones donde se dan buenos frutos para vinos de calidad.
Así, en este caso estamos hablando de un monovarietal de syrah procedente de viñedos de secano cultivados en vaso, que ha recibido una primera fermentación en depósitos de acero inoxidable para pasar a una corta crianza de 3 meses en barricas de roble francés antes de ser embotellado. En botella ha reposado otros 3 meses antes de salir a la venta. La vendimia se hizo de manera manual en el momento óptimo de maduración de la uva.
Es un vino sencillo, sin pretensiones, pero que por precio y calidad se convierte en una interesante propuesta a tener en cuenta.
A la vista presenta un color cereza con ribete violáceo, con una media cobertura y lágrima densa.
En nariz se muestra fresco y frutal. Entrega notas de fresas, frambuesas, piruleta, hierba mojada, con matices florales y ligeramente especiados.
En boca posee una entrada amable, fresca, con taninos maduros. Notas de violetas, especias, mermelada de ciruela y madera fresca se adueñan del paladar. La retronasal se envuelve de caramelo de violetas y roble dando paso a un final de corto recorrido y persistencia media.
Por poco más de 3€ podéis disfrutar de un vino joven, fresco y con matices florales muy marcados. Un syrah que, si bien no es memorable, no deja de resultar lo suficientemente agradable como para acompañar nuestros platos. Marida bien con aperitivos, caza, pasta y verduras. Mi calificación para este Taray Roble Tinto Syrah en su añada de 2013 es de un 86 sobre 100.
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